sábado, 31 de diciembre de 2011

A NORA ASTORGA, QUE SEGUIRÁ NACIENDO


Rompo este huevo y nace la
mujer
y nace el hombre. Y juntos
vivirán
y morirán. Pero nacerán
nuevamente.
Nacerán y volverán a morir
y otra vez nacerán.
Y nunca dejarán de nacer,
porque la muerte es mentira

Eduardo Galeano, "Mito de los indios makiritare", Memorias del fuego.

Gioconda Belli en "La mujer habitada", 1988.



Fuente: La mujer habitada. Gioconda Belli. Booket, Emecé Editores. Buenos Aires, 2011.

jueves, 22 de diciembre de 2011

A RAQUEL



Que me dijo
un día cuando tú te
alejas un solo instante
el tiempo y yo lloramos


Vicente Huidobro en El paso del retorno, De Últimos Poemas. Póstumo, 1948



martes, 20 de diciembre de 2011

A CRISTINA


porque ella concibió este libro,
lo amó y le otorgó un destino mucho antes de que
adquiriera forma de palabra.

A los seres que amo,

porque todos, todos están íntimamente
entretejidos en la trama de mi vida,
es decir, en la trama de mis versos.

Ana María Oddo en "Las edades del alma". Poemas, 2000

Fuente: Las edades del alma. Poemas. Ana María Oddo. Edición de la autora. Castelar, Buenos Aires, Argentina. Mayo de 2000.

domingo, 18 de diciembre de 2011

PARA LOS VIVOS:


Ciccilo Matarazzo
Mercedes Cruañes Rinaldi
Erich Gemeinder Francisco Marins
y
Arnaldo Magalháes de Giacomo
y también
Helene Rudge Miller (Piu-Piu!)
sin poder tampoco
olvidar a mi "hijo"
Fernando Seplinsky

A los muertos:

El homenaje de mi nostalgia a
mi hermano Luis, el Rey Luis, y
mi hermana Gloria;
Luis renunció a vivir a los
veinte años, y Gloria a los
veinticuatro también pensó que
realmente vivir no valía la pena.

Igual nostalgia para
Manuel Valladares, que mostró a
mis seis años el significado de la
ternura...

¡Que todos descansen en paz!...
y ahora
Dorival Lourenco da Silva
(¡Dodó, ni la tristeza ni
la nostalgia matan!...)

José Mauro Vasconcelos en "Mi planta de naranja-lima", 1967.


Fuente: Mi planta de naranja-lima. José Mauro de Vasconcelos. Editorial El Ateneo. Buenos Aires, 1998.

domingo, 27 de noviembre de 2011

DEDICO ESTE LIBRO A PABLO NERUDA.


Pablo: Te oigo, te recuerdo en esa tierra tuya, luchando con tu voz frente a los aluviones que arrebatan la vaca y la niña para proyectarla en tu pecho. Oigo tus pasos hechos a cruzar la noche, que vuelven a sonar sobre las losas de Madrid junto a Federico, a Vicente, a Delia, a mí mismo. Y recuerdo a nuestro alrededor aquellas madrugadas, cuando amanecíamos dentro del azul de un topacio de carne universal, en el umbral de la taberna confuso de llanto y escarcha, como viudos y heridos de la luna.
Pablo: Un rosal sombrío viene y se cierne sobre mí, sobre una cuna familiar que se desfonda poco poco, hasta entreverse dentro de ella, además de un niño de sufrimiento, el fondo de la tierra. Ahora recuerdo y comprendo más tu combatida casa, y me pregunto: ¿qué tenía que ver con el Consulado cuando era cónsul Pablo?
Tú preguntas por el corazón y yo también. Mira cuántas bocas cenicientas de rencor, hambre, muerte, pálidas de no cantar, no reír: resecas de no entregarse al beso profundo. Pero mira el pueblo que sonríe con una florida tristeza, augurando el porvenir de la alegre sustancia. Él nos responderá. Y las tabernas, hoy tenebrosas como funerarias, irradiarán el resplandor más penetrante del vino y la poesía.

Miguel Hernández en "El hombre acecha" (1937-1939)



Fuente: Poesía. C.L.A.S.I.C.O.S. Miguel Hernández. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de La Habana, 1994.

A JIMENA

que Antígona de mi ceguera transitoria, recreó mis días de tedio, llevándome a sacar del olvido este Romancerillo, que estaba hacía muchos años arrumbado.

Ramón Menéndez Pidal en "Flor nueva de romances viejos", 1938.

Fuente: Flor nueva de romances viejos. Ramón Menéndez Pidal. Espasa Calpe Argentina. Colección Austral. Buenos Aires 1981.







viernes, 25 de noviembre de 2011

DEDICATORIA

Os acercáis de nuevo, figuras vacilantes,
las que otrora pronto a la turbia mirada se mostraron.

¿Pretendo acaso reteneros esta vez?
¿Siento mi corazón todavía a aquella hora inclinado?

¡Os agolpáis! Pues bien, reinad entonces,
así como vais subiendo por mí entre vapores y nieblas;

mi pecho se siente juvenilmente estremecido
ante ese hálito mágico que a vuestro séquito anima.

Con vosotras traéis las imágenes de felices días pasados,
y algunas queridas sombras se levantan;
como una vieja leyenda, ya casi extinguida
reaparecen el primer amor y la amistad primera.
El dolor se renueva; se repite la queja
del alocado y laberíntico curso de la vida,
evocando a los buenos, que por hermosos instantes
de felicidad embaucados, desaparecieron, yéndose lejos de mí.

No escucharán los cánticos que siguen
aquellas almas a quienes canté los primeros.
Disperso está el amistoso corro,
acallado, ¡ay!, el primitivo eco.
Mi canción resuena en la desconocida masa,
su aplauso mismo el corazón me oprime,
y quien se alegrara con mi canción antaño,
si vive aún hoy, por el mundo anda errando.

Me invade una nostalgia largamente olvidada
de aquel apacible y grave reino del espíritu;
y flota entonces con imprecisas notas
mi canción susurrante, como arpa eolia;
un escalofrío me sacude la lágrima va en pos de las lágrimas,
el severo corazón se siente dulce y blando...,
veo lejano aquello que poseo,
y lo perdido se me hace realidad.

Johann Wolfgang Goethe en "FAUSTO". 1808

Fuente: Fausto. Johann Wolfgang Goethe. Editorial Bruguera. Libro clásico~ Serie mayor. Traducción de Pedro Gálvez. España, 1984

jueves, 24 de noviembre de 2011

ISMAELILLO



Hijo:
Espantado de todo, me refugio en ti,
Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, en ti.
Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón.
¡Lleguen al tuyo!

José Martí en "Ismaelillo", 1882.

Fuente: Obra literaria (I). José Martí. Biblioteca Ayacucho. Buenos Aires, 1986.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

A MI ESPOSA CARMEN ANTINUCCI.


Me hubiera agradado ofrecerte una novela amable como una nube sonrosada, pero quizá nunca escribiré obra semejante. De allí que te dedico este libro, trabajado por calles oscuras y parajes taciturnos, en contacto con gente terrestre, triste y somnolienta. Te ruego lo recibas como una prueba del grande amor que te tengo. No repares en sus palabras duras. Los seres humanos son más parecidos a monstruos chapoteando en las tinieblas que a los luminosos ángeles de las historias antiguas. Por eso no encontrarás aquí doradas palabras mentirosas, ni verás asomar el pie de plata de la felicidad, pero tú, que eres comprensiva y tan amiga mía, recíbelo como recibiste mis otros libros, escritos bajo tu mirada pensativa.
Tu agrado será mi mejor premio.

R.A.


Roberto Arlt en "El jorobadito" (Primera edición "Anaconda", 1933)

Fuente: Cuentos completos. Roberto Arlt. Editorial Losada. Buenos Aires, 2002.

A MATILDE URRUTIA.

Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad, ...hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oídos. Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la interperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida.
Octubre de 1959.
Pablo Neruda en "Cien sonetos de amor".
Fuente: Cien sonetos de amor. Pablo Neruda. Editorial Losada. Buenos Aires, 1972.

lunes, 21 de noviembre de 2011

DEDICO ESTE LIBRO A VICENTE ALEIXANDRE.


Vicente: A nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres. Nosotros venimos brotando del manantial de las guitarras acogidas por el pueblo, y cada poeta que muere, deja en manos de otro, como una herencia, un instrumento que viene rodando desde la eternidad de la nada a nuestro corazón esparcido. Ante la sombra de dos poetas, nos levantamos otros dos, y ante la nuestra se levantarán otros dos mañana. Nuestro cimiento será siempre el mismo: la tierra. Nuestro destino es parar en las manos del pueblo. Sólo esas honradas manos pueden contener lo que la sangre honrada del poeta derrama vibrante. Aquél que se atreve a manchar esas manos, aquéllos que se atreven a deshonrar esa sangre, son los traidores asesinos del pueblo y la poesía, y nadie los lavará: en su misma suciedad quedarán cegados. Tu voz y la mía irrumpen del mismo venero. Lo que echo de menos en tu guitarra lo hallo en la tuya. Pablo Neruda y tú me habéis dado imborrables pruebas de poesía, y el pueblo hacia el que tiendo todas mis raíces, alimenta y ensancha mis ansias y mis cuerdas con el soplo cálido de sus movimientos nobles.
Los poetas somos vientos del pueblo: nacemos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas. Hoy, este hoy de pasión, de vida, de muerte, nos empuja de un imponente modo a tí, a mí, a varios, hacia el pueblo. El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo.

MIGUEL HERNÁNDEZ en "VIENTO DEL PUEBLO" (1937)
Fuente: Poesía. C.L.A.S.I.C.O.S. Miguel Hernández. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de La Habana, 1994.